LA SABIDURÍA DE LOS IDIOTAS

 

Cuentos de la tradición sufí

 

IDRIES SHAH 

 

ARCA DE SABIDURÍA

Gentileza de : www.promineo.gq.nu

 

Como lo que los pensadores de corto alcance imaginan que es sabiduría suele ser considerado locura por los sufíes, éstos, por contraste, se llaman a sí mismos “Los Idiotas”.

Por una feliz coincidencia, también la palabra árabe para designar al “Santo” (wali) tiene el mismo equivalente numérico que la palabra “Idiota” (balid).

Así pues, tenemos un doble motivo para considerar a los sufíes como a grandes personas o como a nuestros propios Idiotas.

Este libro contiene algo de su conocimiento.

                                                              I. S.

INTRODUCCIÓN

 

Tratar de rastrear los orígenes del sufismo significa buscar la fuente de una tradición que se pierde en un tiempo indefinido. No obstante, el sufismo, expresado tal y como hoy nos ha llegado, se desarrolla durante los dos o tres siglos posteriores al nacimiento del islam, manifestándose al amparo de esta religión y adaptándose a su localización geográfica. Por este motivo, suele vinculársele con una forma de mística musulmana que, para muchos autores, nace como respuesta a un debilitamiento de la fe islámica que comienza en la época de los Omeya.

Un acercamiento a la enseñanza sufí muestra, sin embargo, que el hecho de adaptarse a una religión concreta no es más que un modo de acceder a la religiosidad profunda del ser humano que, naturalmente, trasciende el marco más estrecho del rito o del dogma. Este concepto quedó magistralmente por Ibn el Arabi –probablemente el más grande entre los sufíes- cuando, en el poema Mi corazón puede adoptar todas las formas, afirma: “Yo sigo la religión del Amor.” En efecto, el sufismo debe considerarse como una vía de conocimiento interior donde el amor forma su eje sustancia. Místicos como el propio Ibn el Arabi, Al Gazzali o Rumi nos han dejado en sus obras suficientes y hermosos argumentos como para consolidar esta afirmación. El sufí busca a Dios a través del camino que pasa por su propio corazón, en el tránsito, el encuentro con la realidad profunda de sí mismo le lleva a la percepción verdadera que conduce al conocimiento. Pero no debemos formarnos una opinión errónea, para el sufí, los aspectos devocionales son una desviación tan innecesaria e inútil como puede serlo la adhesión a la erudición vacía. Del mismo modo, el sufí sabe que la experiencia de la enseñanza sólo se adquiere en contacto con la vida diaria y bajo el aprendizaje de un maestro.

En estos relatos, la figura del maestro tiene un protagonismo de primer orden, siendo abundantes los episodios referidos al mítico Bahaudin Naqsband, fundador de la orden Naqshbandi.

Con respecto a los cuentos, éstos han sido en todas la grandes tradiciones de conocimiento una de las fuertes de transmisión de enseñanza más habituales y efectivas. Naturalmente, esta enseñanza nunca ha sido ni es concebida como un factor de incremento de la información mental, por lo que los cuentos cumplen de un modo excelente la función de permitir la disposición del oyente –en este caso del lector- a experimentar la existencia de otro nivel de comprensión. De todas las tradiciones, el sufismo ha sido el que ha utilizado los cuentos de un modo más exquisito y magistral. Idries Shah, considerado el máximo exponente del sufismo contemporáneo, ha recogido una selección de cuentos y anécdotas de grandes maestros sufíes, que ponen de manifiesto un modo particular de acceso a la realidad interior. El sufí es capaz de percibirse y percibir el mundo de un modo real y, por tanto, aplica este conocimiento a sus actos. Por este motivo, su conducta confunde a todos los que se acercan a él con la carga habitual de las opiniones preconcebidas o provistos de una erudición convencional. Ésta es la razón por la que, a veces, la lectura de estos sencillos cuentos y enseñanzas de maestros sufíes se torna paradójicamente compleja, aunque, más allá de las apariencias, estos relatos desbordan una sabiduría profunda y auténtica que, sin duda, el lector avisado no dejará de percibir y disfrutar.

SEBASTIÁN   VÁZQUEZ

 

 

Mi corazón puede adoptar todas las formas.

Es pasto para las gacelas.

Y monasterio para monjes cristianos

y templo para ídolos,

y la Kaaba del peregrino,

y las tablas de la Torá, y el libro del Corán.

Yo sigo la religión del Amor.

Cualquiera que sea el camino que recorran

los camellos, ésa es mi religión y mi fe.

IBN EL ARABI