Lay: El innombrable
Y un buen día el Supremo Padre creó al hombre y le puso un alma. Y con el alma
entró en el cuerpo el don sagrado de la vida inmortal y el hombre fué como
dios... Así recitan los labios de los descendientes de las antiguas razas de la
Patagonia mítica, y dicen más todavía: si el hombre comete una mala acción,
entonces Nguenechén le quita el alma y el brujo o un espíritu del mal pueden
hacer su fiesta macabra en el cuerpo. El brujo chumbará a los diablos como
perros, y los diablos beberán la sangre y comerán la carne hasta que ni restos
queden, y será el fin...
Pero la muerte es "antinatural", porque si el indio se porta bien nada de esto
pasa y vive para siempre. La longevidad es la mejor prueba de una vida virtuosa,
y en este caso Dios se lo lleva ya viejito para que lo acompañe en el Paraíso...
Claro que por lo general la ocasión lleva a la falta y...
Los tabúes entre los aborígenes del sur son abundantes y muy claros:
Hay que respetar a los dioses o...
Hay que ofrendar a los espíritus "dueños"de las cosas de la Naturaleza y al
temible Gualichú o...
Hay que respetar a los objetos sagrados o...
No hay que pisar el rastro de la piedra que camina o...
No hay que profanar las tumbas de chamanes y brujos o...
No hay que respirar los vahos de los tesoros enterrados o...
Y así muchos más, que tal vez podrían sintetizarse en un único deber: el de
respeto a la sagrada dimensión sobrenatural. De no hacerlo, la consecuencia es
irrevocable: lay o lo que es lo mismo: convertirse en "el imnombrable"...
Los rituales de la muerte son muy antiguos en las culturas patagonicas y también
muy severos. Importa acabar con el recuerdo del "innombrable", por eso los
tehuelches quemaban sus pertenencias en una pira funeraria, y mataban a sus
caballos, perros y demás animales...
Muy atrás en el tiempo también se sacrificaba a su mujer de un bolazo en la
cabeza, para que quién lo había acompañado y servido en la vida siguiera
haciéndolo en el reino de las sombras... Pero luego se respetó la vida, y ella y
otras mujeres de la tribu son las lloronas que se lamentan y cantan por el que
se fué, durante la ceremonia. Y para que se note el duelo la viuda se pinta de
negro, anda descalza, usa ropas rotas, y se suelta el pelo... Es más: si no se
vuelve a casar deberá llevarlo suelto el resto de sus dias...
En las tribus puelches y moluches el duelo de la viuda es más estricto, porque
prescribe el encierro, no lavarse, no comer carne de ciertos animales, y no
tomar pareja antes del año... o la muerte se ensañara con la viuda y su amante.
Entre lloros y míseros quejidos, y hasta ocasionales exabruptos hacia el brujo y
su séquito diabólico, se cose el pecho, dentro de una manta o un simple cuero,
con sus mejores prendas por si le hiciera falta en el más allá...
Los más cercanos cargarán el paquete funeral y lo enterrarán en suelo blando,
con agua y víveres para que no le cueste tanto el tránsito. No hay lugares fijos
para las sepulturas: aquí, allí o en los chenques o cuevas de mesetas y
montañas. Sin embargo se fija la disposición de los cuerpos: en cuclillas y con
las cabezas siempre hacia el poniente...
¿Acaso las cuencas vacías de los ojos verán un nuevo amanecer?. ¿Tal vez los
rostros y los cuerpos devorados por la muerte esperan así el renacer?... ¡¿Cómo
saberlo?!...
Junto al paquete mortuorio, el compañero entrañable del indio: su caballo. Con
él recorrió las mesetas áridas y la cordillera del Viento, y con él iniciará el
tránsito de las sombras. Muerto de un bolazo o estrangulado allí está,
abandonado y yerto de tierra, muy cerca de la tumba a veces con la brida atada a
la propia mano del que fuera su dueño, y con la cabeza también hacia el
poniente...
Sobre él chelforó (tumba), las ramas del coirón y piedras. Piedras redondas que
sujetan como las bochas pulidas de las boleadoras que no pueden burlarse...
Cuanto más importante o influyente el que se fué, más piedras, más alto el
túmulo, y quizá más grande el miedo a su poder ahora sobrenatural... Hay que
olvidar por completo al innombrable, pero, por las dudas, cuando se pase junto a
la sepultura es mejor agregar una piedra más..., no vaya ser que se levante y...
¿Que será de su viuda y sus hijos? Si el rito fúnebre los dejó sin nada, irán al
toldo de sus parientes o al del cacique... Si les correspondió la mitad del
toldo y pertencencias, mudarán el asentamiento dentro de la misma toldería,
reharán sus vidas, y los hijos cuando se casen se llevarán su parte del la
herencia de animales...
La vida humana "de este lado" reorganiza sus fuerzas y sigue peleando las luchas
terrenas... pero ¿y la vida impalpable "del otro lado"?. ¿Qué ha sido del alma
que a partido a los mundos de ultratumba?
Para mapuches y araucanos, tan fervorosos creyentes en la supervivencia del
alma, ésta consta pülli, am, alhué y pillán, que es el estado más perfecto y
completo, por cuanto es suma de los tres anteriores y a él se llega
evolutivamente.
Los viejos afirman y en su estado de am el espíritu del recien fallecido
deambula por su querencia, y puede aparecerse como "espantasmas" : forma humana,
pájar, sagrado árbol del boldo y acaso moscardón azul, ... si es alma en pena
que se perdió en el laberinto último.
Al año el am es reemplazado por el pülli, estado espiritual superior ya más
desapegado de lo material, que establece su morada en las altas cumbres y aún
más allá, donde antes estuvieran los pülli de los antepasados hasta ser pillanes...
El am y el pülli son el doble, la réplica transparente del ser, que se adhiere
al cuepo a traves del alhué.
Si esta ligadura es muy fuerte será más dificil y doloroso el tránsito del alma
al más allá, y hasta puede suceder que un brujo lo atrape mágicamente en un
huichanalhué. ¿No cuentan los ancianos que guardan las tradiciones de la tribu
casos de almas de niños muertos enganchados en los enanos servidores de los
brujos?.Son los imbuches, que se ocultan en las salamancas tenebrosas y que por
su condición de invisibilidad los auxilian en su creencia del mal: la terrible
magia negra!¿ y a dónde irá el ánima desencarnada?. Cada cultura indígena da su
respuesta a la gran incógnita del hombre terreno. Para los araucanos de chile,
el destino final es Ngülchen Maíhue, el paraíso de la isla mocha en el corazón
del pacífico... Para los pehuenches el alma espera su tercera vidaen la
profundidad o en la cima de los cerros (que por eso se llama pillán), o avanza
hacia su segunda morada guiado por el mítico y negro Quiltrolanudo, el que lo
lleva ante el viejo barquero. Su barca, que no es sino una anciana transformada
en ballena, lo llevará por el "río de las lágrimas" hasta la patria originaria
de la que un día partiera sus antepasados.
Tal vez por eso en ciertas regiones de la Araucanía se acondiciona para los
muertos una canoa-ataúd con provisiones y muday para el viaje por las aguas de
la muerte... Y quizás sea la razón para la construción de la pequeña y simbólica
barca en la que el chamán guía al espíritu desprendido a la "otra orilla", en
tanto las plañideras inspiradoras recitan el recorrido para que el muerto no se
extravie, y el espíritu del viento avisa de su próximo arribo...
Si, las almas viajan horizontalmente o descienden a los infiernos subterraneos
donde los diablos comen gente... Pero dicen que las almas de los grandes, del
los pillanes entes tutelares de la raza, ascienden por la escala sagrada de lso
siete escalones a Hueno Mapu el país del cielo dónde el gozo no termina nunca...
A ellosse invoca como intermediarios ante el supremo y en su guía a traves de la
vida se confia.. En esto creen los mapuches, y también malasio, germanos y
japoneses...
Curiosamente Oriente y Occidente se hermanan en el enfoque sagrado del más allá
y en la esperanza última... Como si las voces de las razas de la tierra no
fueran sino matizaciones de un mismo tema... ¿No es acaso un divino misterio
esta coincidencia entre los pueblos? Posiblemente algún día lleguemos a
descifrarlo...
Entre tanto el mito del innombrable rueda y crece por el temor y el respeto en
las tierras australes, siempre asistido por las cuencas vacias del los muertos
que miran la salida del sol, y ¿quién sabe?, también la sabiduría de las almas
que aguardan "en la otra orilla..."