El Sabueso de La Muerte

Agatha  Christie

 

 

 

 

 Un relato misterioso        de AGATHA CHRISTIE

 

 He aquí uno de los pocos relatos de Ágatha Christie acerca de lo sobrenatural, lo oculto ... ¿o. acaso las cosas que llamamos sobrenaturales, como dice el   doctor Rose en esta narración, no lo son? Lo que denominamos    sobrenatural, ¿no será sólo lo natural cuyas leyes no se entienden aún? Un "caso" fascinante ... EL SABUESO DE LA MUERTE por AGATHA CHRISTIE

 

 Por William P. Ryan, corresponsal periodístico norteamericano, tuve conocimiento del asunto por primera vez. Cenaba con él en Londres en vísperas de su regreso a Nueva York, y por casualidad mencioné que al día siguiente iría a Folbridge. Levantó la vista y preguntó con tono seco: -¿Folbridge, Cornualles?  

     Ahora bien, sólo una persona entre mil sabe que existe un Folbridge en Cornualles. Siempre dan por sentado que se ha hecho referencia a Folbridge, Hampshire. Así que el conocimiento de Ryan despertó mi curiosidad.             

--Sí -respondí-. ¿Lo conoce?

 Sólo respondió que estaba sorprendido. Luego preguntó si  conocía una casa llamada Trearne. Mi interés aumentó.

 -Muy bien, por cierto. En rigor voy a Trearne. Es la casa  de mi hermana.

-Bueno -dijo William P. Ryan-. ¡Esto ya es demasiado!

 Le sugerí que dejase de pronunciar frases enigmáticas y  se explicara.

-Bueno -dijo-, Para hacerlo, tendré que remontarme a una experiencia mía de principios de la guerra.

Suspiré. Los acontecimientos que relato ocurrían en 1921. Que le recordasen la guerra era lo último que un hombre podía desear.

Gracias a Dios, empezábamos a olvidar... Además, en sus experiencias

de guerra, William P. Ryan, como bien lo sabia yo, podia llegar a ser  increíblemente  prolijo.

Pero ahora ya era imposible detenerlo.

-Como sin duda sabe, al comienzo de la guerra yo trabajaba Bélgica, en representación de mi periódico .. iba de un lado a otro.

Bien, hay una aldehuela...la llamaré X. Apenas un  caserío, pero existía un convento, bastante grande.

Monjas, de blanco, ¿cómo  se llaman?... no conozco el nombre de la orden. De cualquier manera, no interesa. Bueno, esa aldea se encontraba en la línea de avance de los  alemanes. Llegaron los ulanos...

 Me removí, inquieto. William P. Ryan levantó una mano tranquilizadora.

 -Está bien – dijo-, este no es un relato de atrocidades alemanas. En verdad, es todo lo contrario. Los boches se dirigieron al convento... llegaron y todo aquello estalló.

-¡ Oh!  -exclamé, un tanto sobresaltado.

-Extraño, ¿verdad? Es claro que así, a primera vista, yo diría que los alemanes habían estado celebrando, y que manosearon sus propios explosivos. Pero parece que no llevaban nada de eso consigo. No eran tropas especializadas en explosivos poderosos. Bueno, y yo le pregunto, ¿qué podían saber las monjas sobre esas cosas? ¡ Lindas monjas, diría yo!

-Es curioso -admití.

-Me interesó conocer la versión de  los campesinos sobre el asunto. Ya tenían la respuesta preparada. Según ellos, era un milagro moderno de primera clase, puro al ciento por ciento. Parece que una de las monjas gozaba de cierta reputación (una santa en cierne), entraba en trance y veía visiones. Y según ellos, ella fue quien logró la hazaña. Convocó los rayos para hacer volar a los impíos (y en verdad que los hizo volar), y de pasada, todo lo demás que hubiese, cerca. ¡Un milagro muy eficaz!

“En realidad jamás me enteré de la verdad... no tuve tiempo. Pero los milagros estaban de moda en ese momento... ángeles en Mons, y todo lo demás. Escribí mi nota, agregué un poco de ingredientes sentimentales y cargué las tintas en el asunto religioso; después lo envié a mi periódico. En Estados Unidos cayó muy bien. Entonces les gustaba ese tipo de cosas.

“Pero -no sé si entenderá esto- al escribir empecé a interesarme. Sentí que me gustaría saber qué había ocurrido en realidad.

No habla remedio que visitar el lugar. Dos paredes sin quedaban en pie, y en una de ellas una marca de pólvora negra, que exhibía la forma exacta de un gran sabueso. Los campesinos de los alrededores tenían un miedo mortal a la marca. Las llamaban el Sabueso de la Muerte, y no querían pasar por allí después del oscurecer.

“La superstición siempre es interesante. Sentí que me agradaría ver a la dama que había ejecutado la treta. En apariencia, no había muerto. Se fue a Inglaterra con un grupo de otros refugiados. Me tomé el trabajo de seguirle la pista, y descubrí que la habían enviado a Trearne, Folbridge, Cornualles.

Asentí.

 -Mi hermana recibió a mucho, refugiados belgas al comienzo de la guerra. Unos veinte.

-Bueno, siempre quise, si contaba con el tiempo necesario, visitar a la dama. Deseaba escuchar su propio relato del desastre. Luego, entre que estaba ocupado, y una cosa y otra, se me fue de la memoria. De cualquier modo, Cornualles está un poco fuera de camino. En rigor lo había olvidado, hasta que su mención de Folbridge me lo trajo de nuevo al recuerdo.

-Debo preguntar a mi hermana -respondí-. Puede que haya oído decir algo de eso. Es claro que los belgas fueron  repatriados hace mucho.

-Por supuesto. Sea como fuere, en caso de que su hermana sepa algo, le agradeceré que me lo comunique.

-Así lo haré -respondí con cordialidad.

 Y en eso quedaron las cosas.

Al segundo día, después de mi llegada a Trearne. recordé el relato. Mi hermana y yo tomábamos el té en el jardín.

-Kitty -dije-, ¿no tuviste una monja entre tus belgas?

 -¿Te refieres a la hermana Marie Angelique?

-Quizá sí -respondí con cautela-. Háblame más de ella.

-Oh!, querido, era la criatura más extraordinaria. Todavía está aquí, ¿sabes?

-¿Qué? ¿En la casa?

-No,  no, en la aldea. El doctor Rose. .. ¿Recuerdas al doctor Rose?

Sacudí la cabeza.

-Recuerdo a un anciano de unos ochenta y tres años.

-El doctor Laird. Murió. El doctor Rose sólo está aquí desde hace unos años. Es muy joven, y muy aficionado a las ideas nuevas. Se interesó enormemente por la hermana Marle Angelique

Esta tiene alucinaciones, y esas cosas, ¿sabes?, y en apariencia resulta interesantísima desde el punto de vista médico.

Pobrecita, no tenía adónde ir... y en verdad, en mi opinión, estaba bastante chiflada. . . sólo que de manera impresionante, si entiendes lo que quiero decir. Bueno, como te digo, no tenla adónde ir, y el doctor Rose, bondadoso, la estableció en la aldea. Creo que él está escribiendo una monografia, o no sé qué, que escriben los médicos, sobre ella.

Hizo una pausa y luego continuó:

-¿Pero qué  sabes tú de ella?

-Escuché Un historia un tanto curiosa.

 Se la relaté tal como la había recibido de Ryan. Kitty se manifestó muy interesada.

-Parece el tipo de persona que podría hacerte volar ...si me entiendes bien -dijo.

-En verdad -respondí, acrecentada mi curiosidad-, creo que debo ver a esa joven.

-Hazlo. Me gustaría saber qué, te parece. Vé a ver primero al doctor Rose. ¿Por qué no te haces una caminata hasta el pueblo, después del té?

Acepté la Sugestión.

Encontré al doctor Rose en su casa, y me presenté. Parecía un joven agradable, pero había en  su  personalidad algo que me rechazó un tanto. Era demasiado enérgico para ser simpático del todo.

En cuanto mencioné a la hermana Marie Angelique, se puso rígido, en actitud de atención. Se veía a las claras que sentía  un agudo interés. Le ofrecí el relato de Ryan sobre el asunto.

-¡Ahí- exclamó, pensativo-. Eso explica muchas cosas.

Me miró con rapidez y continuó:

-En verdad el caso es extraordinariamente interesante. La   mujer llegó aquí con evidentes muestras de haber sufrido una grave conmoción mental. Se hallaba, además, en un estado de gran excitación. Tenía alucinaciones de carácter extraordinario. Su personalidad es poco corriente. Quizás quiera venir conmigo a visitarla. En verdad, vale la pena verla.

Acepté con prontitud.

Salimos juntos. Nuestro objetivo era una pequeña choza de las afueras de la aldea. Folbridge es un lugar pintoresquísimo. Se encuentra en la desembocadura del río Fol, en su mayor parte sobre la orilla oriental; la ribera del oeste es demasiado empinada para construir, aunque unas pocas chozas se aferran  al risco.

La del médico se encaramaba en el borde extremo de éste, del lado oeste. Desde allí se veían las grandes olas que se quebraban contra las rocas negras.

La chocita a que nos dirigíamos se hallaba tierra adentro, fuera de la vista del mar.

-La enfermera del distrito vive aquí -explicó el doctor Rose. -He dispuesto que la hermana Marie Angelique sea pensionista de ella. Es mejor que disponga de vigilancia especializada.

-¿Es normal en su comportamiento? -pregunté con curiosidad.

-Dentro de un minuto podrá juzgar por sí mismo -replicó.

La enfermera de distrito, una mujercita rolliza y agradable, tomaba su bicicleta en el momento en que llegamos.

  -Buenas tardes, enfermera, ¿cómo está su paciente? -inquirió el médico.

-Como de costumbre, doctor. Sentada ahí, con las manos entrelazadas y los pensamientos muy lejos. A menudo no contesta cuando le hablo, aunque en verdad, inclusive ahora entiende muy poco inglés.

El doctor Rose asintió, y cuando la enfermera se alejó en bicicleta, se acercó a la puerta de la choza, golpeó con vigor y entró.

La hermana Marie Angelique yacía en una larga butaca, cerca de la ventana. Volvió la cabeza.

Era un rostro extraño... pálido,de ojos enormes. Y en esos ojos parecia morar un infinito de tragedia.

-Buenas tardes, hermana -dijo el doctor en francés.

 -Buenas tardes, M. le docteur.

-Permítame presentarle a mi amigo, el señor Anstruther.

Yo hice una inclinación y ella me imitó, con una leve sonrisa.

-¿Y cómo está hoy? -preguntó el médico, sentándose junto a ella.

-Como siempre. -Se interrumpió, y luego prosiguió.- Nada me parece real. ¿Los que pasan son días...o meses... o años? No lo sé. Sólo mis sueños me parecen reales.

-¿Entonces sigue soñando mucho?

-Siempre. .. siempre... y, ¿me entiende?.       los sueños parecen más reales que la vida.

-¿Sueña con su país... con Bélgica?

 Meneó la cabeza.

 -No. Sueño con un país que nunca existió... Pero usted sabe eso, M. le docteur. Ya se lo dije muchas veces. -Calló, y luego dijo, de pronto:- Pero quizas este caballero también es un médico     ¿tal vez un especialista en enfermedades del cerebro?

-NO, no. -Rose habló con tono tranquilizador, pero cuando sonrió vi cuán aguzados tenía los caninos, y se me ocurrió que había en el hombre algo de lobuno. Siguió hablando

-Pensé que le interesaría conocer al señor Anstruther. Sabe algo de Bélgica. Hace poco tuvo noticias de su convento.

La mirada de ella se volvió hacia mi. Un leve rubor se le insinuó en las mejillas.

-En verdad no es nada -me apresuré a explicar-. Pero el otro día cenaba con un amigo, quien me describió las paredes arruinadas del convento.

-¡De modo que quedó en ruinas!

Fue una exclamación suave, más para ella misma que para nosotros. Después volvió a mirarme, y preguntó con vacilación:

-Dígame, Monsieur, ¿su amigo le informó cómo. .. de qué manera... quedó arruinado?

-Fue volado -respondí, y agregué-: Los campesinos temen pasar por allí de noche.

-¿Por qué tienen miedo?

-Por una marca negra en uno de los muros en ruinas. Le   tienen un temor supersticioso.

Se inclinó hacia adelante.

-Dígame, Monsieur... rápido... pronto... dígame! ¿ cómo es la marca?

-Tiene la forma de un sabueso gigantesco -contesté-.Los campesinos lo llaman el Sabueso de la Muerte.

- ¡Ah!

Un grito agudo prorrumpió de sus labios.

Entonces es cierto. .. es cierto. Todo lo que   recuerdo es verdad. No es una negra pesadilla. ¡Sucedió, ¡Sucedió!

-¿ Qué sucedió, hermana? -preguntó el doctor en voz baja.

 Ella se volvió hacia él con ansiedad.

-Recordé. Allí, en los peldaños, recordé. Me acordé de la manera. Usé el poder tal como solíamos usarlo. Me erguí en los escalones del altar y les pedí que no siguieran adelante. Les dije que se fueran en paz. No quisieron escucharme, continuaron aunque les había advertido. Y entonces. .. -Se inclinó hacia delante e hizo un curioso ademán.-Entonces lancé sobre ellos el Sabueso de la Muerte.

Se recostó en su butaca, temblorosa, con los ojos cerrados. El médico se puso de pie, tomó un vaso de un armario, lo llenó de agua a medias, le agregó una o dos gotitas de un frasquito que sacó del bolsillo y le llevó el vaso.

-Beba esto –dijo con tono autoritario,

Ella obedeció... en forma maquinal, me pareció. Su mirada parecía lejana, como si contemplara alguna, visión interior, propia.

-Pero entonces es todo cierto -dijo-. Todo. La Ciudad de los Círculos, El Pueblo del Cristal... todo. Todo es verdad.

-Así parecería -dijo Rose.

Su voz era baja y apaciguadora, destinada, no cabía duda de ello, a estimular el hilo de los pensamientos de la monja.

-Hábleme de la Ciudad -dijo-. ¿La Ciudad de los Círculos, dijo?

Ella respondió, distraída:

-Sí. .. había tres círculos. El primero para los elegidos, el segundo para las sacerdotisas y el tercero para los sacerdotes.

-¿Y en el centro?

La hermana inspiró con brusquedad y su voz bajó hasta un tono de indescriptible terror.

-La Casa del Cristal.

Cuando musitó las palabras, su mano derecha se movió hacia su frente, y su dedo trazó en ésta no sé qué figura.

El cuerpo pareció volvérsela más rígido, los ojos se le cerraron, se bamboleó un tanto... y de pronto se incorporó con una sacudida, como si hubiera despertado en ese instante.

-¿Qué es? -dijo, aturdida-. ¿Qué estuve diciendo?

-Nada -respondió Rose-. Está cansada. Quiere descansar. La dejaremos.

Pareció un poco atónita cuando nos despedimos.

-Bien -dijo ]Rose cuando estuvimos afuera-. ¿Qué le parece?

Me lanzó una aguda mirada de reojo.

-Supongo que debe de estar por completo desquiciada -dije con lentitud.

-¿Eso le pareció?

-No... en rigor de verdad me dio la impresión de ser. bueno, curiosamente convincente. Mientras la escuchaba, sentí que en verdad había hecho lo que decía: una especie de milagro gigantesco. Su convicción parece bastante auténtica. Por eso...

-Pero dice que debe de estar desquiciada. En efecto. Pero encare el caso desde otro ángulo. Supongamos que en verdad llevó a cabo el milagro supongamos que, en persona, destruyó un edificio y a varios centenares de seres humanos.

-¿Por simple ejercicio de la voluntad? -repliqué con una sonrisa.

-Yo no lo diría así. Convendrá conmigo en que una persona puede destruir a una multitud tocando un interruptor que haga estallar un sistema de minas.

-Sí, pero eso es mecánico.

-Es verdad, es mecánico, pero en esencia se trata del dominio y utilización de fuerzas naturales. La tormenta y la central de electricidad son, en lo fundamental, lo mismo.

-Sí, pero para dominar la tormenta necesitamos emplear medios mecánicos.

Rose sonrió.

-Ahora voy a salirme por una tangente. Existe una sustancia llamada gaulteria. Se da en forma vegetal. El hombre también puede crearla sintética y químicamente, en el laboratorio.

—Y bien?

 -Quiero decir que a menudo hay dos maneras de llegar al mismo resultado. Es preciso admitir que el nuestro es el sintético. Podría haber otro. Los extraordinarios resultados que obtienen los faquires de la India, por ejemplo, no pueden explicarse de ninguna manera fácil. Las cosas que llamamos sobrenaturales lo son por fuerza. Una linterna eléctrica sería sobrenatural para un  salvaje. Lo sobrenatural no es más que lo natural cuyas leyes aún no se entienden.

 -¿Quiere decir?    -Inquirí, fascinado.

-Que no me es posible desechar por completo la posibilidad de que un ser   humano pueda captar una vasta fuerza destructora y usarla  para cumplir sus objetivos. Los medios por lo cual se logra tal cosa podrían parecernos sobrenaturales. . . pero no lo serían en la realidad.

Lo miré con fijeza.

-Es una especulación, y nada más -dijo con ligereza-. Dígame, ¿advirtió el ademán que hizo cuando mencionó la Casa del Cristal?

-Se llevó la mano a la frente.

-Eso es. Y trazó un círculo en ella. Tal como el católico traza la señal de la cruz. Y ahora le dirá algo muy interesante, señor Anstruther., Como la palabra cristal apareció con tanta frecuencia en los desvaríos de mi paciente, intenté un experimento. Pedí prestado un cristal a alguien y un día se lo presenté en forma inesperada, para probar la reacción de mi paciente.

-¿Y?

-Bueno, el resultado fue muy curioso y sugestivo. Todo el cuerpo se le puso rígido. Lo miró como sí no pudiese dar crédito a sus ojos. Luego cayó: de rodillas delante de él, murmuró unas palabras. .. y se desmayó.

-¿Cuáles fueron las palabras?

-Muy extrañas. Dijo: “¡El Cristal! ¡Entonces la Fe aún vive!”

-¡ Extraordinario!

-Sugestivo, ¿verdad? Y ahora otra cosa curiosa. Cuando volvió en sí, lo había olvidado todo. Le mostré el cristal y le, pregunté si sabia qué era. Me contestó que suponía que era un cristal como el que usaban los adivinos de la suerte. Le pregunté si alguna vez había visto uno. Contestó: “Nunca, M. le docteur”. Pero vi una expresión de desconcierto en su mirada. “¿Qué le preocupa, hermana?”, inquirí. Me respondió: “Es que es tan extraño. Nunca vi un cristal, y sin embargo... me parece que lo conozco bien. Hay algo. .. si pudiera recordar. ..”

 Resultaba claro que el esfuerzo de memoria le era tan penoso, que le prohibí que siguiera pensando. Eso fue hace dos semanas. Adrede, me tomé tiempo. Mañana pasaré a otro experimento.

-¿Con el cristal?

-Con el cristal. La haré mirar en él. Creo que el resultado tiene que ser interesante.

-¿Qué espera averiguar? -pregunté con curiosidad.

Las palabras fueron ociosas, y tuvieron un resultado inesperado. Rose se puso rígido, se ruborizó, y cuando habló, sus modales habían cambiado. Eran más formales, más profesionales.

-Una aclaración sobre ciertas perturbaciones mentales imperfectamente entendidas. La hermana Marie Angelique representa un tema de estudio de sumo interés.

¿Así que la preocupación de Rose era apenas profesional?, me pregunté.

-¿Le molesta si voy yo también? -le pregunté.

Puede que haya sido mi imaginación, pero me pareció que vacilaba antes de contestar. Tuve la repentina intuición de que no quería que fuese.

-Por supuesto. No veo objeción alguna.

 Y agregó:

-Supongo que no se quedará aquí mucho tiempo.

-Sólo hasta pasado mañana.

Pensé que la respuesta le complacía. La frente se le despejó, y se puso a hablar de unos recientes experimentos que había realizado con conejillos de Indias.

Me encontré con el doctor, en una cita previa, al día siguiente, por la tarde, y fuimos juntos a lo de la hermana Marie Angelique. Ese día el médico era todo afabilidad. Me pareció que estaba ansioso por borrar la impresión que había provocado la víspera.

-No debe tomar demasiado en serio lo que le dije -señaló, riendo-. No me agradaría que creyese que me dedico a las ciencias ocultas. Lo peor de mí es que tengo una infernal debilidad que me lleva a defender cualquier caso.

-¿De veras?

-Sí, y cuanto más fantástico, más me gusta.

Rió como ríe uno de una debilidad divertida.

Cuando llegamos a la choza, la enfermera quería consultar a Rose acerca de algo, así que yo quedé a solas con la hermana Marie Angelique.

Vi que me escudriñaba con atención. Al cabo habló:

-La buena enfermera me dice que usted es el hermano de la bondadosa dama a cuya gran casa fui llevada cuando llegué de Bélgica.

-Sí -contesté.

-Fue muy amable. Es buena.

Guardó silencio, como si siguiera el hilo de algún pensamiento.  Después dijo:

-¿M. le docteur también es un hombre bueno?

Me turbé un tanto.

-Pues, sí. Quiero decir. .. creo que si.

-¡Ahl -Luego de una pausa dijo:- ¡Por cierto que ha sido muy amable conmigo.

-No me caben dudas.

Me miró con mirada penetrante.

-Monsieur. .. usted... usted, que me habla ahora... ¿Cree que estoy loca?

-Pero hermana, esa idea nunca..

Meneó la cabeza  con lentitud, e interrumpió mi protesta.

-¿ Estoy loca? No lo sé. . . las cosas que recuerdo... las que olvido...

Suspiró, y en ese momento Rose entró en la habitación.

La saludó con alegría, y le explicó qué quería que hiciera.

-Algunas personas, ¿sabe?, poseen el don de ver cosas en un cristal. Es posible que usted también lo tenga, hermana.

Ella se mostró acongojada.

-No, no, no puedo hacer eso. Tratar de leer en el futuro... eso es pecado.

Rose se mostró desconcertado. Era un punto de vista que no había tenido en cuenta. Cambió de tema con habilidad.

-No hay que  mirar el futuro. Tiene mucha razón. Pero mirar el pasado ... eso es distinto.

-¿El pasado?

-Sí. .. en el  pasado existen  muchas cosas extrañas. Le llegan relámpagos  a uno. . . se los ve por un momento... y desaparecen. No trate de ver nada en el cristal, ya que eso no le está permitido. Tómelo en las manos . ..así. Mire dentro de él... mire profundamente. Sí... más hondo... más hondo aun. Recuerda, ¿verdad? Recuerda. Oye que le hablo. Puede contestar a mis preguntas. ¿Me oye?

La hermana Marie Angelique había tomado el cristal, tal como se le pidió. Lo manipulaba con extraña reverencia. Luego, cuando miró en él, los ojos se le volvieron opacos y ciegos, y la cabeza se le cayó hacia adelante. Parecía dormir.

Con suavidad, el doctor le sacó el cristal y lo dejó sobre la mesa. Le levantó la comisura del párpado. Luego fue a sentarse junto a mí.

-Debemos esperar a que despierte. No tardará mucho. Estaba en lo cierto. Al cabo de cinco minutos la hermana Marie Angelique se removió. Los ojos se le abrieron, adormilados

 -¿Dónde estoy?

-Está aquí... en su casa. Durmió un poco. Soñó, ¿verdad?

Asintió.

-Sí, soñé.

-¿Soñó con el Cristal?

-Sí.

-Cuéntenoslo.

-Me creerá loca, M. Le docteur. Porque, ¿sabe?, en mi sueño el Cristal era un emblema sagrado. Inclusive pensé que era un  segundo Cristo, un Maestro del Cristal que había muerto por su Fe, sus discípulos acosados...perseguidos...Pero la fe perduró.

-¿La fe perduró?

-Sí... durante quince mil lunas llenas. . . quiero decir, quince mil años.

-¿Cuánto duraba una luna llena?

-Trece lunas comunes. Sí, fue en la luna llena número quince mil... es claro, yo era Sacerdotisa del Quinto Signo en la Casa del Cristal. Fue en los primeros días del advenimiento del Sexto Signo...

Unió las cejas, y una expresión de temor le cruzó por la mirada.

-Demasiado pronto -murmuró-. Demasiado pronto. Un error... ¡Ah, si, recuerdo! ¡El Sexto Signo!

Casi se levantó de un salto, y luego volvió a dejarse caer, mientras murmuraba:

-¿Pero qué digo? Estoy desvariando. Estas cosas jamás ocurrieron.

-Vamos, no se atormente, hermana.

Pero ella lo miraba en, angustiada perplejidad.

-M. Le docteur, no entiendo. ¿Por qué tengo esos sueños, esas fantasías? Sólo tenía dieciséis años cuando ingresé en la vida religiosa. Jamás viajé. Pero sueño con ciudades, con gente extraña, con extrañas costumbres. ¿Por qué? -Se oprimió la cabeza con las manos.

-¿Alguna vez fue hipnotizada, hermana? ¿O estuvo en estado de trance?

-Nunca me hipnotizaron, M. le docteur. Por lo demás, en la capilla, cuando oraba, mi espíritu se desprendió muchas veces de mi cuerpo, y durante muchas horas estuve como muerta. No cabe duda de que era un estado de beatitud, decía la Reverenda Madre. .. un estado de gracia. Ah, sí -contuvo el aliento-, recuerdo que también nosotros lo llamábamos estado de gracia.

-Me gustaría intentar un experimento hermana. -El doctor Rose habló con voz tranquila.- Puede que disipe algunos de esos penosos recuerdos a medias. Le pediré que vuelva a mirar en el cristal. Le diré ciertas palabras. Usted responderá con otras. Continuaremos de ese modo hasta que se canse. Concentre sus pensamientos en el cristal, no en las palabras.

Cuando desenvolví, una vez más, el cristal, y lo deposité en manos de la hermana Marie Angelique, advertí la forma reverente en que lo tocaban sus manos

Yacía, reposando sobre el terciopelo negro, en sus delgadas palmas. Sus maravillosos ojos profundos lo contemplaron. Hubo un breve silencio, y luego el doctor dijo: “Sabueso”.

La hermana Marie Angelique contestó en seguida:

 -Muerte.

No me propongo hacer un relato completo del experimento. El doctor introdujo adrede muchas palabras carentes de importancia y de sentido. Otras las repitió varias veces, y en ocasiones obtuvo la misma respuesta, y en otras una diferente.

Esa noche, en la casita del doctor, sobre el acantilado, discutimos el resultado del experimento.

Carraspeó y acercó un poco más su anotador.

-Estos resultados son muy interesantes... muy curiosos. En respuesta a la pregunta “Sexto Signo” obtenemos Destrucción, Púrpura, Sabueso, Poder, otra vez Destrucción, y por último Poder. Más tarde, como habrá visto, invertí el método, con los siguientes resultados. En respuesta a Destrucción, obtengo, Sabueso; a Púrpura, Poder; a Sabueso, otra vez Muerte, y a Poder, Sabueso. Todo eso se sostiene entre sí, pero en una segunda repetición de Destrucción obtengo Mar, que parece en todo sentido ajeno al tema.

“Para las palabras Quinto Signo obtengo Azul, Pensamiento, Pájaro, otra vez Azul, y por último la sugestiva frase de Apertura de mente a mente. Del hecho de que Cuatro Signo recibe como respuesta Amarillo, y más tarde L«z, y que a Primer Signo se contesta con Sangre, deduzco que cada Signo tenía un color especial, y quizás un símbolo especial, como el del pájaro del Quinto Signo y el sabueso del Sexto. Pero supongo que el Quinto Signo representaba lo que en términos familiares se conocía como telepatía.. la apertura de mente a mente. No caben dudas de que el Sexto Signo equivale al Poder de Destrucción.

-¿Cuál es el significado de Mar?

-Confieso que no puedo explicar eso. Introduje la palabra más adelante y recibí la, respuesta corriente de Barco. Para Séptimo Signo recibí primero Vida, y la segunda vez Amor. Para Octavo Signo, obtuve la respuesta Nada. Por lo tanto entiendo que Siete era la suma y número de todos los signos.

-Pero el Séptimo no se logró -dije, con una repentina inspiración-. ¡Ya que por intermedio del Sexto vino la Destrucción!

-Ah, ¿le parece? Pero estarnos tornando estos locos desvaríos muy en serio. En verdad sólo resultan interesantes desde el punto de vista médico.

-Sin duda atraerán la atención de los investigadores del campo de la psicología.

Los ojos del médico  se entrecerraron.

-Mi querido señor, no tengo la intención de hacerlos públicos.

-¿Y entonces, su interés...?

-Es puramente personal. Es claro que tomaré notas sobre el caso.

-Ya veo. -Pero por primera vez sentí, como el ciego, que no vela nada. Me puse de pie.

- Bien, le deseo buenas noches, doctor. Mañana volveré a la ciudad.

-¡Ah! -Imaginé que detrás de la exclamación había satisfacción, quizás alivio.

-Le deseo buena suerte con sus investigaciones -continué, con tono superficial-. ¡No me lance encima el Sabueso de la Muerte, la próxima vez que nos veamos!

Tenía su mano en la mía mientras hablábamos, y sentí su respingo. Se recuperó con rapidez. Sus labios dejaron al descubierto los largos dientes aguzados, en una sonrisa.

-¡Para un hombre que amara el poder, qué poder sería ese! -exclamó-. ¡Tener toda la vida de los seres humanos en el hueco de la mano!

Y la sonrisa se le ensanchó.

Ese fue el final de mi relación directa con el asunto.

Más tarde llegaron a mis manos el anotador y el diario del doctor. Reproduciré aquí las pocas entradas, aunque entenderá que en verdad no llegaron a mi poder hasta algún tiempo después.

5 de agosto. Descubrí que por “los Elegidos” la hermana M. A. se refiere a los que reprodujeron la raza. En apariencia se los honraba en muy alto grado, y se los elevaba por encima de los Sacerdotes. Comparación de esto con los primeros cristianos.

7 de agosto. Convencí a la hermana M. A. de que me dejara hipnotizarla. Conseguí inducir el sueño y el trance hipnóticos, pero no se estableció un rapport.

9 de agosto. ¿Hubo en el pasado civilizaciones en comparación con la cual la nuestra nada es? En caso afirmativo, sería extraño, y yo el único hombre poseedor de la clave.

 

12 de agosto. La hermana M. A. no es en modo alguno susceptible a la sugestión cuando está hipnotizada. Pero el estado de trance se induce con facilidad. No puedo entenderlo.

13 de agosto. La hermana M. A. mencionó hoy que “en estado de gracia” la “puerta debía estar cerrada, no fuese que otro dominase al cuerpo”. Interesante... pero desconcertante.

18 de agosto. De modo que el Primer Signo no es más que (aquí, palabras borradas). Y entonces, ¿cuántos siglos harán falta para llegar al Sexto? Pero si hubiese un atajo hacia el Poder...

20 de agosto. He dispuesto que M. A. venga aquí con la enfermera. Le dije que es necesario mantener a la paciente bajo el efecto de la morfina. ¿Estoy loco? ¿O llegaré a ser el Superhombre... el Superhombre con el Poder de la Muerte en sus manos?

(Aquí terminan las anotaciones,.)

Creo que la carta la recibí el 29 de agosto. Me estaba dirigida, al cuidado de mi hermana, escrita en caligrafía extranjera, inclinada. Decía lo que sigue:

“CHER MONSIEUR, Sólo lo vi dos veces, pero sentí que podía confiar en usted. Sean mis sueños reales o no, en los últimos tiempos se han vuelto más claros... Y, Monsieur, por lo menos una cosa: el Sabueso de la Muerte no es un sueño. En los días de que le hablé (no sé si son reales o no), El Que Era el Guardián del Cristal reveló demasiado pronto el Sexto Signo al pueblo. . . El mal entró en sus corazones. Tenían el poder de matar a voluntad. .. y mataban sin justicia... por cólera. Estaban ebrios con el ansia de Poder.

“Cuando vimos eso, nosotros, los que aún éramos puros, supimos que, una vez más, no completaríamos el Círculo para llegar al Signo de la Vida Eterna. A quien habría sido el siguiente Guardián del Cristal se le pidió que actuara. Para que los viejos pudiesen morir y los nuevos, después de incontables eras, volviesen, soltó en el mar al Sabueso de la Muerte (cuidando de no cerrar el Círculo), y el mar se elevó en la forma de un Sabueso y tragó la tierra... Una vez, antes que recordara eso... en los escalones del altar en Bélgica ...

El doctor Rose es de la Fraternidad. Conoce el Primer signo, y la forma del Segundo, aunque su significado está oculto para todos, salvo unos pocos elegidos. Quiso conocer el Sexto por mi. Hasta ahora le opuse resistencia...pero me debilito. No está bien, Monsieur, que un hombre llegue al poder antes de su tiempo. Deben pasar muchos siglos antes que el mundo se encuentre preparado para que se ponga en sus manos el Poder de la Muerte...Se lo ruego, Monsieur, a usted, que ama la bondad y la verdad, ayúdeme...antes que sea demasiado tarde.

“Su hermana en Cristo,

Marie Angelique”

 

Dejé caer el papel. La tierra sólida, bajo mis pies, me pareció un poco menos sólida que de costumbre. Y entonces comencé a volver en mí. La creencia de la pobre mujer, bastante auténtica, ¡casi me habia afectado a mí! Una cosa resultaba clara. El Doctor Rose, en su celo por el caso, abusaba groseramente de su condición de profesional. Iría allá y...

De pronto vi una carta de Kitty entre el resto de mi correspondencia.

La abrí.

“Ha sucedido una cosa tan espantosa –leí-, ¿Recuerdas la chocita del doctor Rose, sobre el acantilado? . Ayer por la noche fue arrastrada por un derrumbamiento de tierra, y el doctor y la pobre monja, Marie Angelique, murieron. Los escombros en la playa son espantosos...todos apilados en una masa fantástica...desde lejos parecen un gran sabueso...”

La carta se me cayó de entre las manos.

Los otros hechos pueden ser coincidencia. Un señor Rose, de quien descubrí que era un pariente adinerado del médico, murió de pronto esa misma noche...se dice herido por un rayo. Hasta donde se supo, no habia habido una tormenta en las cercanías, pero una o dos personas declararon haber escuchado truenos. Tenia una quemadura eléctrica “de forma curiosa”.

Su testamento dejaba todo a su sobrino, el doctor Rose.

Ahora bien, suponiendo que éste consiguiera el secreto del Sexto Signo de la hermana Marie Angelique ...Siempre me pareció que era un hombre inescrupuloso. No habría vacilado en quitarle la vida a un pariente, si hubiese estado seguro de que no lo acusarían de ello. Pero una frase de la carta de la hermana Marie Angelique me resuena en el cerebro:...”cuidado de no cerrar el Círculo...” El doctor Rose no tuvo ese cuidado. . . quizá desconocía las medidas que era preciso tomar, o inclusive la necesidad de adoptarlas. Así que la Fuerza que empleó volvió a él, y completó su circuito...

¡Pero es claro que todas estas son tonterías!

Todo puede explicarse de manera muy natural. El que el doctor creyese en las alucinaciones de la hermana Marie Angelique sólo prueba que también su mente estaba un poco desequilibrada.

Pero a veces sueño con un continente, bajo el mar, en que los hombres vivieron otrora y llegaron a un grado de civilización muy avanzado respecto del nuestro...

¿ O acaso la hermana Marie Angelique recordaba hacia atrás -como algunos dicen que es posible-, y esa Ciudad de los Círculos se encuentra en el futuro, y no en el pasado?

Pamplinas... ¡(Por supuesto que todo aquello fue una simple alucinación!)

FIN