Leyendas de kamakura

 

La gratitud del kappa




En Kamakura no se conocen muchas leyendas sobre kappa [1] , aunque esto no significa que estos seres mitológicos no existieran en absoluto y su comportamiento no fuera muy similar al de otros kappa en otras regiones de Japón.

Según las crónicas "Horekigenraishu", muchos años atrás, en el distrito de Yoroki, del pueblo Nishioku, entre las montañas, había un pequeño río llamado Makado donde vivía un kappa que nunca había causado ningún problema a la gente del lugar.

Pero en cierta ocasión atrapó un caballo que pacía entre las hierbas de la rivera y lo arrastró al fondo del agua. Los hombres del pueblo, indignados, organizaron una batida para capturarlo y no cejaron en su empeño hasta que lo cogieron por sorpresa mientras tomaba una siesta en la suave arena de la orilla, y antes de que lograra despertar del todo ya lo habían acorralado. Iban a matarlo a palos cuando el joven y valeroso Gorozaemon se apenó del pobre ser y se interpuso entre él y la gente del pueblo.

El kappa, enloquecido de miedo y desesperación, imploró por su vida. Gorozaemon, tras obligar al kappa a que prometiese no volver a repetir sus fechorías y ofrecer al dueño del caballo una compensación por el animal perdido, dio por concluido el incidente.

Esa noche, Gorozaemon se acostó cansado por las emociones del día; pero, apenas había cerrado los ojos, oyó que llamaban a la puerta: se trataba del kappa.

—Buen Gorozaemon, gracias a ti todavía conservo la vida que llegué a dar por perdida — dijo, derramando profusas lágrimas de agradecimiento e inclinándose repetidas veces — Para corresponder a tu bondad, te he traído unos obsequios.

El kappa depositó ante Gorozaemon dos magníficas lubinas recién pescadas y un tokkuri de considerable tamaño.

—Este tokkuri está lleno del mejor sake, pero cada vez que tomes deberás dejar un poco y así volverá a llenar se hasta el borde, de modo que nunca faltará la bebida en
tu honorable casa.

Y así sucedió. Pasaron las semanas y los meses, y el tokkuri se llenaba sin falta, convirtiéndose en una fuente de regocijo de la gente del pueblo, que había perdonado con creces al kappa.

Gorozaemon y sus invitados disfrutaron durante mucho tiempo de la generosidad del tokkuri [2] hasta que un día alguien apuró sin pensar hasta la última gota de sake y nunca más se repitió el prodigio.

Gorozaemon tuvo una vida larga y tranquila, y hasta sus últimos años, cuando contaba la historia del kappa a sus nietos, nunca dejó de conmoverse al recordar la pequeña y frágil figura verde en el umbral de su casa, cuya piel húmeda temblaba de gratitud brillando extrañamente a la luz de la luna.


[1]Ser imaginario acuático, del tamaño de un niño y color verde, que tiene pico y una especie de plato en la cabeza, en el que almacena agua para utilizar cuando se encuentra en tierra.
[2] jarra para sake