Leyendas de kamakura

LA VENGANZA DEL AGUILA

 



Muchos años atrás, una pareja de águilas vivía en la cueva donde se veneraba al dios Soumatenno, en un lugar muy remoto y apartado de una escarpada montaña, junto al valle de Ougigayatsu.

Entre las aves de esa especie, que en aquel entonces abundaban en Kamakura, destacaban por su enorme tamaño y hermoso plumaje. La gente las consideraba emisarias del dios Soumatenno, y por este motivo nadie se atrevió jamás a hacerles el menor daño, de modo que vivieron hasta una edad muy avanzada.

Sin embargo, en cierta ocasión un feudal de la vecina región de Suruga [1] ordenó a un samurai que le consiguiera las plumas de la cola de un águila, y así el guerrero pasó tres días caminando en búsqueda infructuosa hasta que llegó al barrio de Zaimokuza, en Kamakura.

Entonces divisó a un campesino arando su campo y le preguntó si no había visto algún águila por aquellos alrededores.

- En el valle de Ougigayatsu vive una pareja de águilas enormes, pero son mensajeras del diso Soumatenno y no está permitido tocarlas. A quien lo haga le llegará un terrible castigo- repuso el campesino.

Pero el samurai no tenía más remedio que regresar con las plumas para cumplir la orden de su señor, de modo que se encaminó hacia Ougigayatsu y pasó los siguientes dos días acechando y disparando flecha tras flecha, que se perdían diminutas en el límpido cielo otoñal.

Mas a la madrugada del tercer día, la hembra voló muy cerca de su escondite y, por fin, la derribó de un certero disparo. El águila, herida de muerte, lanzó un terrible grito y cayó dando tumbos hasta desplomarse en un claro del bosque, todavía caliente, se dispuso a arrancarla las plumas de la cola.

Pero en macho había escuchado el patético grito de su pareja. Con el corazón destrozado de dolor, encrespó vilentamente su plumaje y, emitiendo un gemido desgarrador, se lanzó en picado valle abajo.

Apenas el samurai pudo dares cuenta de lo que ocurría cuando las fuertes garras del águila ya lo habían levantado muy alto en el cielo, en dirección a Zaimokuza. Por fin, el ave lo dejó caer en un campo labrado, donde le devoró las víceras a furiosos picotazos.

Los roncos gritos del águila se fueron perdiendo en la lejanía hacia el valle de Ougigayatsu, a donde volaba para refugiarse en el nido todavía impregnado del cálido aroma de su amada haembra. Murió de tristeza pocos días después.

En cuanto al lugar donde fue encontrado el cuerpo destrozado del samurai, se convirtió en un sitio de ma agüero y pasaron varias generaciones antes de que nadie se atreviera a cultivar de Nuevo la tierra por temor a un maleficio.
 

[1] Ahora, provincial de Shizuoka