EL FONDO DEL LAGO



En los días de esta historia, Anguza era todavía un hombre joven. Un día él salió a pescar al lago en su barco. Remó y remó hasta que estuvo lejos de la orilla, porque le habían dicho que los peces eran allí más grandes y más numerosos. De repente vio que las gotas de agua en su remo habían cambiado en perlas. Cada vez que él giraba la madera fuera del agua había un rocío de perlas brillantes. Juntó un poco de agua en su barco y las quedaban en el fondo. Miró con atención a agua y vio un pez blanco, grande que nadaba muy cerca de la superficie, vio que los peces eran tan grandes como las cabras; de hecho, se parecían a las cabras en todos los sentidos.
Saltó fuera del barco y se lanzó al lago. Nadó y nadó y nadó y nadó hasta que puso un pie en el fondo y vio el césped verde por todas partes. Y había las cabras,- ciento de ellas. Ellas
prtenecían al Dios del Lago Jokinam, quien avanzó a dar la bienvenida al terrícola joven.
El muchacho se transformó en el pastor de aquellos animales tan bonitos y Anguza cuidó las cabras del fondo del lago y vivió una vida buena, con lcarne suficiente para y leche para beber.

Un día le dijo al dios del lago: “Quiero ir a casa a ver a mi gente”
El dios Jokinam le respondió: “Como quieras, pero con una condición: si cuentas al pueblo en la tierra lo que has visto aquí en el fondo morirás en el acto“
El dios del lago lo devolvió a la superficie, hasta que viera su barco. El joven remó hasta la orilla escondió las perlas en una cueva y a nadie dijo lo que había visto.
De vez en cuando viajaba a la ciudad para vender algunas de sus perlas a los joyeros, se volvió un hombre rico con muchas vacas. Se casó y tuvo muchos niños.
Un día, en una fiesta del pueblo bebió bastante alcohol hasta que se olvidó de símismo y empezó a alardear: “Yo estuve en el fondo del lago, yo he sido pastos de las cabras del dios Jokinam…” e inmediatamente cayó muerto, tan muerto como una piedra. Los superiores del pueblo consultaron el adivino con respecto a la muerte súbita de Anguza.
El dios del lago habló a través de la boca del adivino:
“Quienquiera que divulge los secretos del lago, se morirá. Anguza no mantuvo su promesa, y se murió. “