LA PRINCESA DE EL CIELO
En el país de Pwalo vivió un rey joven cuyo nombre era Mblukwa. Una tarde,
cuando él estaba caminando por las tierras de su propiedad, fue visto por una
princesa del cielo de nombre Niachero, “ Hija de la estrella”. Ella se enamoró
profundamente del rey y decidió establecerse en la tierra y casarse con él.
Llamó a sus sirvientes y descendió al país de Pwalo. Cuando llegó al pueblo del
Rey Mblukwa, la princesa radiante anunció: “Yo he venido a casarme con el rey”.
El rey fue rápidamente informado que la estrella-princesa había llegado de los
cielos para convertirse en su esposa. Los consejeros le aconsejaron que sería
una cosa buena casarse con ella, de hecho sería desfavorable, o incluso
peligroso, negarse a la petición. No era necesario persuadir al Rey, sin
embargo, manifestó que le encantaría mucho oír las palabras de la princesa
celestial.
¡' Yo me casaré! ¡Ministro, llame a los superiores y les dígales que se pongan
sus vestidos ceremoniales!, ¡Todo el mundo debe prepararse para la celebración!
Que las mujeres del pueblo preparen los mejores platos para la gran fiesta! '
El pueblo al unísono dijo: “¡Nos alegramos de oír estas palabras de Su Majestad!
Para nosotros, su pueblo, oyendo y obedeciendo!”
La Princesa Niachero, le pidió a todo el pueblo que se lavaran, se bañaran y se
pusieran ropa limpia para venir a la fiesta. Ninguna verdura negra será
permitida, y sólo carne sería preparada con sus respectivos condimentos
acompañado con una suculenta masa de maíz.
Todo el pueblo estuvo de acuerdo y prometieron llegar limpios y lavados
.
Una gran comilona fue preparada, con mucha carne, y los tambores tocaron para el
baile. Las celebraciones duraron tres días, después de esto toda la gente del
pueblo estaba cansada y y durmieron largo tiempo.
La princesa se quedó tres meses con el rey como su esposa. Entonces ella dijo:
“Ahora usted debe atar los animales juntos y eso será mi dote de matrimonio. Yo
quiero ir a visitar a mi pueblo en mi país”
El rey estubo de acuerdo y le dio veinticinco cabras. También puso a sus ordenes
a seis hombres fuertes para acompañarla, como su guardia personal. Agregó dos
cabras más, uno para los comestibles, y una como regalo personal de viaje.
La caravana partió y viajó durante dos días hasta que alcanzaron una montaña
alta. De repente, un viento fuerte trajo una nube espesa que envolvió a las
siete personas y las veintisiete cabras, y se elevó con ellos al cielo. Cuando
llegaron al país-del cielo, oyeron tambores y cantos que sonaban a gran
distancia.
Se aproximaron a una casa, y la princesa dijo a los hombres. “Usted debe
quedarse aquí en esta casa. Recuerden, no les esta permitido destapar ninguna de
las ollas que ven aquí.
Yo iré primero y me uniré a mi pueblo en el baile. '
Cuando ella llegó al lugar dónde la gente danzaba, ella fue bienvenida con
gritos de alegría:
“Nuestra hija ha regresado!” Los seres celestiales se abrazaron, le dieron
comida, y la invitaron a unirse a la danza.
De repente, todo el pueblo miró hacia arriba, porque se dieron cuenta de algo
ominoso.
Efectivamente, había allí una nube de langostas que subió como el polvo en el
desierto. Los seres celestiales preguntaron si alguien del pueblo; había alzado
la tapa de la olla-langosta!
Corrieron de prisa a la casa de las ollas, y encontraron a los seis sirvientes
con las langostas sobre todo el cuerpo como moscas que se arrastran en la
carroña. Los sirvientes estaban casi muertos: los habitantes del cielo habían
llegado justo en el momento oportuno. Juntaron a todas las langostas y volvieron
a ponerlas en la olla.
Dijeron a los sirvientes: ¿Ven ustedes ahora por qué se les dijo que no alzara
la tapa de cualquiera de estas ollas? Ustedes han encendio ahora el infortunio
sobre sus propias cabezas.
'
La Hija de la Estrella se quedó con sus padres durante un mes. Luego se despidió
y llamó a los sirvientes de su marido. La nube llegó y los envolvió de nuevo.
Los llevó hasta la tierra y los puso suavemente en el campo cerca del pie de la
montaña.
La Princesa del Cielo había regresado a su querido marido.