EL REY DEL PAÍS BAJO LA TIERRA



Un hombre fue a su hermano a pedir prestada un hacha. Su hermano le dijo: “Con mucho gusto pero no la rompa ni la pierda”

El hombre prometió que no lo haría, y fue al bosque para cortar un árbol. Pegó tres veces en el tronco con el hacha de su hermano; la hoja se rompió y se deslizó por un agujero en la tierra. El joven se arrodilló y miró furtivamente en el boquete, pero no vio nada.

Colocó un pie en el hueco pero no sintió ningún fondo. Metió su pierna entera, y de repente se hundió y desapareció en los intestinos de la tierra.

Allá en el interior encontró un camino. Viajó a lo largo de él hasta llegar a un pueblo. En ese lugar estaba el palacio del rey de toda la comarca.

Cuando el hombre joven llamó a la verja de un enorme palacio, que era el palacio del Rey, fue recibido por un visir, y lo llevó a la presencia de otras altas autoridades, éstas lo interrogaron sobre su presencia en ese lugar, él contestó con ingenuidad y temor que había perdido la hoja del hacha de su hermano.

Los delegados del rey le dijeron: “Espera aquí”

Llegaron a la estancia del rey y le informaron sobre el visitante. El monarca decidió convertirlo en su invitado y verlo al día siguiente.
El más alto visir regresó a ver al joven hombre y lo condujo a la casa de los invitados, le ofrecieron una comida excelente y la comodidad de cama suave.

Al otro día el muchacho se presentó ante el trono del rey e inmediatamente le presentaron, para que tomara asiento, el taburete de los invitados de honor. De pronto el joven observó que los ojos del Rey de las profundidades de la Tierra, eran rojos, rojos, rojos, brillaban como las estrellas, como el fuego chispeante, entonces, un terror invadió su alma y su cuerpo.

Pero el visir y sus colegas lo tranquilizaron diciéndole: “No tema, mañana usted irá a casa con el hacha de su hermano”.

A la siguiente mañana le dieron una vaca, cuatro cabras, y el hacha de su hermano que habían encontrado unos servidores del Rey del país de las profundidades de la tierra.

Lo despidieron con la siguiente recomendación: “Recuerde que usted nunca debe decir lo que a visto aquí a ninguna persona, si usted lo hace, morirá en el acto”

Al joven hombre le mostraron el camino de salida de ese país subterráneo, y fue llevado por una cueva sobre las piedras. De pronto él supo que estaba cercano su pueblo.

Condujo la vaca y las cabras a su casa y devolvió el hacha a su hermano.

Desde ese tiempo ellos vivieron en paz.